“ Nuestro
Super yo, como el mejor verdugo”
POR:
NEREYDA RETANA
En este Articulo expondré la forma en que
nuestro super yo funciona, ya que no solo es esa parte de nuestra constitución
psíquica que nos dice que es lo bueno y que es lo malo, si no que es ese
pensamiento de nosotros que nos castiga cada que cometemos una equivocación,
aun sin pensar en que faltas ante la sociedad podemos cometer, nos preocupamos
por las fallas que hemos tenido a todo lo que nos han inculcado a lo largo de
nuestro crecimiento.
Ello
O "id". Concepto
psicoanalítico perteneciente a la llamada "segunda tópica"
(descripción del psiquismo propuesta por Freud en los términos ello - yo -
super-yo). El ello es la instancia o estructura del aparato psíquico más
antigua; el bebé tiene sólo ello, y sólo el enfrentamiento con la realidad
provocará en él la aparición del yo y del superyó. Del ello toma el sujeto
la energía para el desarrollo de su vida psíquica. En el ello descansan los
instintos, deseos y experiencias traumáticas. Es el enlace entre lo somático o
corporal y lo mental. El principio que rige su actividad es el principio del
placer y los mecanismos o procesos que dominan en él son los procesos
primarios. Es inconsciente.
El yo
El yo es responsable
de la relación con la realidad. El yo es impulsado por el principio de la realidad que
trata de satisfacer los impulsos del ello de una manera aceptable. El yo trata
de evitar el dolor y busca el placer de una manera realista.
Superyó
Según
Sigmund Freud, el último componente de nuestra personalidad es el superyó. El
superyó incorpora las normas morales y valores de la sociedad en que vivimos.
Aprendemos estas normas y valores, especialmente de nuestros padres, pero
también de otras personas que nos rodean como amigos, abuelos y maestros. Freud
sugirió que el superyó se desarrolla a la edad de 4 – 5 años, durante la etapa
fálica del desarrollo psicosexual.
El
superyó controla los impulsos del ello, especialmente los no aceptadas por la
sociedad en que vivimos. Por lo general, los instintos sexuales y agresivos no
son aceptados por las personas que nos rodean.
El
superyó tiene dos partes principales: el ideal del yo y la conciencia moral.
El ideal del yo es
el retrato imaginario que muestra cómo debemos ser para respectar las reglas de
la sociedad en que vivimos. El comportamiento que tratamos de lograr es
fuertemente influenciado por nuestros padres y otros autoridades de nuestra
vida. Respectando estas normas y reglas, nos sentimos aceptados, y tenemos
sentimientos de orgullo y logro.
La conciencia moral contiene información acerca de las cosas y el
comportamiento inaceptable por nuestros padres o por nuestra sociedad.
Comportamientos prohibidos pueden conducir a la pena y el sentimiento de culpa.
Por ejemplo, si el yo trata de satisfacer los impulsos agresivos del ello, el
superyó hará que la persona se sienta culpable.
Los
seres humanos parecen ser un campo de batalla donde dos luchadores de gran
alcance, el ello y el superyó luchan juntos. El yo tiene la misión difícil de
mediar los conflictos entre el ello y el superyó. El ello exige la satisfacción
de los instintos primarios. El superyó se centra en las normas morales de
nuestra sociedad y puede hacer que el yo se sienta culpable.
Según
Sigmund Freud, una personalidad sana se caracteriza por un equilibrio entre
los tres elementos de la mente humana: ello, yo y superyó.
Es
aquí cuando comenzamos a regir nuestras acciones en base a lo que nos es
enseñado desde pequeños y que se reafirma mediante la repetición de dichos actos,
como lo son los valores (el amor, el agradecimiento, el respeto, la amistad, la
bondad, la honestidad, puntualidad, aprender crítica constructiva, compasión,
humildad, solidaridad, etc.) o la religión (los 10 mandamientos, siendo las más
representadas el de actos impuros, no mataras, no robaras, no mentiras), así
como seguir los prototipos de personas que la publicidad nos impone, por que
solemos criticar a las personas en todo, que si son delgadas, que si están
pasadas de peso, que si son muy bajas de estatura o muy altas, que si sus
caderas, espaldas etc., mil conceptos que damos como leyes, la forma en que
vestimos, si seguir la moda o no, con qué clase de gente relacionarnos según
nuestra altura en la sociedad, los diferentes tipos de problemas que hay en la
sociedad como la homosexualidad, los ateos, la drogadicción, la prostitución,
la corrupción. ¿Quién catalogo esto como malo?, la sociedad logra imponernos
que todo esto es malo, y nos lo va reafirmando con el paso del tiempo, ¿Quién
asegura que alguien sabrá que hiciste algo de esto? pero por lo contrario, la
mayor parte de las veces no dejamos de hacer esto por lo que los demás puedan
decirnos sino por lo que nuestra “conciencia” nos recrimina, tal vez por eso
los psicólogos decimos que es tan importante formar lo que es el súper yo, porque
es la parte de la conciencia que nos ayudara a mantener la calma en las
personas, mas aun incluso que la propia ley. Nos da pena el pensar en que
alguien conocido llegue a enterarse de que llevamos a cabo una de estas
situaciones, y pensamos en el que dirán, en que la sociedad nos dice que eso está
mal.
Existen
4 tipos de normas que son : Religiosa, jurídica, social y moral; en base a las
primeras tres tenemos que responder a
alguien ajeno a nosotros porque son promulgadas por otros, sin embargo
el ultimo es el moral. Y cualquiera que sea la falta en cualquiera de los
primeros, antes de caer en su representante (quien dará el castigo),
respondemos ante el peor de nuestros verdugos, nuestra conciencia, que es
nuestro súper yo diciéndonos: hiciste algo malo. Pero pensemos…¿Por qué? quien
se dará cuenta de que nuestro acto es malo. La constitución del yo cambia en
todos los países, por el simple hecho de que la formación de este se basa en lo
que las demás personas nos inculcan, lo que determinamos cómo bueno y como
malo. En el momento de hacer dicho acto no pensamos en, si nos van a meter a la
cárcel o si nos van a multar. Es lo mal que nos sentimos como personas a la
hora de pensar en que estamos fallándonos a nosotros mismos, porque con la
moral y las fallas no respondemos a otros, solo a nosotros.