por Cynthia Murillo
Una situación
de infidelidad, sea que se presente como ocasional o crónica, generalmente
refleja a manera de un síntoma, un debilitamiento de los lazos emocionales que
se dan en una relación de pareja. Frecuentemente se intente mantener inalterada
y preservada una parte del vínculo con la pareja aquellos aspectos de la
relación que se sienten necesarios para la continuidad personal, conyugal,
familiar o social.
El
descubrimiento de una infidelidad es solo el último paso de una relación que se
ha venido deteriorando desde tiempo atrás, a veces sin conciencia total de los
integrantes. Solemos creer que una sola persona puede satisfacer todos nuestros
deseos y colmar todas nuestras necesidades, sin embargo nunca es así, siempre
buscamos algo o alguien que mantenga el deseo activo y buscamos reafirmar
nuestra vigencia ante nuestra pareja, por tanto en su mayoría la infidelidad se
da porque se ha perdido el deseo por el otro. El deseo es inagotable, no se
termina de satisfacer en su totalidad. La idea que uno tiene que no necesita de
nadie más es una falacia, ya que uno desea más siempre. La renuncia al deseo y
la decisión que uno toma de ejecutarlo o no es diferente. Sin duda la
infidelidad es un acto dirigido al otro, un mensaje a ser escuchad, el deseo es
el que impone el mensaje, mensaje que implica decirle al otro que aún puede ser
un objeto deseable. En ocasiones el miedo a no estar en el mercado, es decir,
cuando una persona comienza a sentir que se ha acabado el amor con su pareja y
duda si seguir con el o ella, por lo que tantea otras relaciones para comprobar
si todavía está en condiciones de gustar a los demás. El infiel invierte su
energía afectiva y emocional en aventuras, emociones intensas, situaciones
novedosas, esta inversión de hecho da como resultado el deterioro de su
relación afectiva estable. En su afán de limpiar su falta, proyecta culpa de la
situación a su pareja permanente.
El
infiel es cautivador, halagador o empalagoso, seductor y seducible porque
presenta un vacío interior que lo lleva a relaciones de alto voltaje, de alta intensidad,
superficiales, poco duraderas, que tienden a deteriorar su verdadera relación afectiva. Sin embargo los causales
siempre son compartidos por ambos miembros de la pareja, hay alguien que deja
un espacio vacío y le da un lugar al tercero. En el infiel se proyecta el niño
interior que busca ser cuidado, mimado, recibir excesiva atención, necesita
afirmación y resguardamiento. Este niño interior se siente culpable de no haber
sido digno de ser amado y de ahí su afán autodestructivo. Pero pese a esto último
si tuviésemos que elegir, desearíamos ser siempre un objeto deseado y jamás nos
resistiríamos a seguir deseando.
Sin
embargo la moral cultural es lo que nos detiene, no se acepta que no podamos
desear a una sola persona y desde siglos atrás nos han venido imponiendo la
monogamia, consiente e inconscientemente. Ejemplo del mito de la fidelidad sería
el de Penélope: esposa de Ulises, rey de Ítaca y madre de Telémaco, resistió
noblemente a las instancias amorosas de sus pretendientes, manteniéndose fiel a
su marido, que había ido a la guerra de Troya. Prometió casarse con uno de
ellos cuando terminara de tejer una tela, pero por la noche deshacía la labor
hecha durante el día para no acabarla nunca. Es de destacar la espera,
paciencia, silencio, soledad y contención de Penélope. Además del sufrimiento.
Era ayudada por la diosa palas atenea manteniéndola esperanzada de la vuelta de
su amor. Penélope se siente amada, eso fue fundamental en el eje de su
fidelidad. En el terreno erótico ella es capaz en su lealtad de abstinencia
total y una adherencia libidinal al amado.
Existirá
un caso semejante al de Penélope en la actualidad?
Claro
que no, no podría asegurar que somos infieles por naturaleza, sin embargo me
parece imposible que en la actualidad exista una persona (hombre o mujer) que
sea fiel incluso de pensamiento. Haciendo hincapié en que la infidelidad no
solo implica un acto sexual, sino también cualquier pensamiento o fantasía con
otra persona, incluso del mismo sexo. Me parece que de cierta manera la
infidelidad puede acarrear buenas consecuencias dentro de una relación. Y creo
que debería dejar de satanizar tal acto, pues al final del día la infidelidad
es un asunto de todos los días y que aunque se prefiere mantener oculto, un
gran porcentaje de personas lo dejan pasar por alto, solo que vuelvo a
mencionar; la moral cultural nos limita mucho.