domingo, 17 de noviembre de 2013


EL MENOR ANTE EL DIVORCIO DE SUS PADRES

                                                         Por: Rosalba Mares Aguilar.

En el divorcio los padres se preocupan principalmente por sus propios problemas, los padres se pueden sentir desconsolados o contentos por su divorcio, pero los niños se pueden sentir asustados por la amenaza a su seguridad personal. Los hijos no pueden entender el divorcio y los padres deben explicarles lo que está pasando, como se afecta y cual sea su suerte, los niños pueden creer que son la causa  del conflicto entre sus padres. Los hijos de padres divorciados o separados son propensos a sufrir una depresión, tener problemas en la escuela y desarrollar menos habilidades sociales en comparación  con otros niños sin embargo su resultado más sorprendente  es que la sensación de pérdida que se experimenta  como resultado de un divorcio es mayor que la experimentada  con la muerte de un padre.

¿QUE ES EL DIVORCIO? EL divorcio es la consecuencia  de la decisión acordada entre los dos cónyuges o tan solo la voluntad de uno de ellos, según corresponda el caso, de disolver el vínculo matrimonial por las  diferencias irreconciliables que se suscitaron en la pareja.

Dentro de estas diferencias y obviamente atendiendo a que cada caso tendrá sus propias peculiaridades, podemos contar: la infidelidad de algunos de los cónyuges, el abandono, injurias, violencia doméstica para con el cónyuge y los hijos, la cual pueden ser física o psicológica o un mix de ambas. es decir cuando  una pareja decide divorciarse es que ya no hay nada más por hacer entonces el hecho de avanzar el paso del divorcio supone  que cada cual  recupera la libertad para por ejemplo rehacer su vida con otra persona en caso de desearlo.

Las consecuencias psicológicas y emocionales han sido conceptuales y operacionalmente definidas de diversas formas en las que se incluyen la desorganización, el estrés, la angustia,  sentimientos desagradables, e indeseables, dolor y crisis, a su vez estos sentimientos son reales pero situacionales, dependen y son modificados por factores internos y externos.







Efectos según la edad del niño:                                                         
De 2 a 6 años: Se creen culpables por no portarse bien, no haber hecho las tareas o comerse toda la comida, el pensamiento mágico les lleva a tomar responsabilidades que no son reales. Temerán quedarse solos y abandonados. En los más pequeños son habituales conductas regresivas como volver a hacerse pipí en la cama, chuparse el dedo, querer dormir con los padres… También pueden aparecer rabietas, necesidad de llamar la atención constantemente, ansiedad de separación (miedo a separarse de los padres) y vinculación excesiva (normalmente con la madre). En ocasiones, el niño puede alternar entre la agresividad o el menosprecio y la búsqueda de un afecto incondicional.

Además pueden alterar su patrón de comidas y sueño y presentar quejas somáticas no justificadas (dolor de cabeza, estomago). Pueden volverse niños apáticos, introvertidos. Algunos niños se negarán a ir a casa de uno de los progenitores (normalmente el padre). Los niños de estas edades son los más afectados a corto plazo pero mejoran a largo plazo pues acaban por olvidar la situación, no recuerdan las peleas, etc…

De 7 a 12 años: No saben muy bien cómo reaccionar ante el problema y ante su propio dolor. Creen que los padres se pueden volver a juntar y lo intentan produciendo más frustración en la pareja. Al disponer de mayores recursos verbales esto les ayuda a exteriorizar sus sentimientos.

 Pueden haber conductas de recriminación a los padres con la esperanza de intentar unirlos de nuevo si siguen sin aceptar la realidad. En ocasiones se dan casos de conductas manipulativas, de menosprecio o rencor a alguna de las figuras paternas paralelamente a la idealización de la otra (asimetría emocional). Suelen tender a tomar bandos.

 Además frecuentemente presentan sentimientos de culpa, conductas de riesgo, baja autoestima, dificultades en las relaciones con sus iguales, baja tolerancia a la frustración y agresividad. Puede ser que el rendimiento escolar disminuya también.

 Las consecuencias del divorcio por regla general suelen ser peores en niños que en niñas, ellas suelen adaptarse mejor a la situación.






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