jueves, 3 de octubre de 2013

" La memoria y el inconsciente "


La memoria y el inconsciente


Por: Hugo Santacruz



L

a vida sin memoria no es vida. El resto de las funciones no tendría sentido si el cerebro perdiera la capacidad de recuperar y recordar experiencias previas.  La memoria es una de las funciones superiores fundamentales que nos permite adaptar al medio y escribir nuestra historia como seres únicos. Es un proceso complejo que  aun todavía desafía a investigadores.

La memoria es el proceso por el cual el conocimiento es codificado, almacenado, consolidado y posteriormente codificado. Como ya sabemos toda la información significativa es almacenada en la memoria a largo plazo, por lo tanto los recuerdos o la información reprimida tiene que estar almacenada en este lugar. Esto no quiere decir que esta sea el origen del inconsciente.

El cerebro es un solo órgano que posee la capacidad de trabajar en subdivisiones especificas  pero todas ellas son interdependientes unas de otras pues varias zonas suelen procesar la misma información recibida para poder dar una interpretación concreta  y adecuada para nuestra realidad y después pueda ser almacenada.

La sinapsis constituye el sitio físico que sirve de puente para el paso de la información de una neurona a otra, permitiendo que las diferentes del cerebro interactúen funcionalmente.
La corteza inferotemporal identifica y clasifica en categorías los objetos, para mandar esta información a otras regiones del cerebro.

En la visión a nivel cerebral, las neuronas procesan la información que atraviesa la retina a través de una serie de capaz jerárquica, posteriormente, estas enviaran la información al siguiente nivel de células cerebrales que identificaran otras características específicas y suministrarla la imagen a la siguiente capa de neuronas, que finalmente añadirán detalles adicionales. 

De esta forma la información en cuestión viaja a través de  una escala neuronal hasta que queda completamente formada.

De igual manera toda la información recibida sigue el mismo proceso pero por distintas rutas en el cerebro según por los sentidos que estas sean recibidas.

Las transmisiones de la información, de todos los resultados y reacciones  desencadenadas se producen por sustancias denominadas neurotransmisoras y el alcance de dicha reacción puede afectar directamente a otras neuronas pertenecientes a la misma región, afectar otra región de proceso ajena a la inicial y/o afectar todo el sistema nervioso.


Cada neurona pertenece a una región metabólica encargada de compensar la deficiencia o exceso de carga en otras neuronas.

Se puede decir que un proceso se ha completado cuando la región afectada deja de ser activa, cuando la actividad de una región activa a otra diferente, se puede decir que entre ambas regiones ha habido un intercambio biomolecular.

Fisiológicamente, los recuerdos se producen por variaciones de la sensibilidad de transmisión sináptica de una neurona a la siguiente, estas a su vez vías nuevas o facilitadas de trasmisión de señales por los circuitos neuronales del cerebro; estas vías nuevas son llamadas huellas de memoria. Son importantes porque una vez establecidas, la mente puede activarlas para reproducir los recuerdos. El cerebro tiene la capacidad de facilitar y almacenar las huellas de memoria con mayor importancia por sensaciones de dolor o placer. A esto se le conoce como memoria positiva; que es la facilitación o sensibilización de las vías sinápticas.
Un ejemplo de las huellas de memoria se da cuando un recuerdo es evocado con las condiciones de los estímulos bajo los cuales se produjo el aprendizaje. Este tipo de huellas se almacenan en la memoria implícita, que se asocia con habilidades motoras del cuerpo y es inconsciente.

El conocimiento almacenado se adquiere primero atraves de las áreas de asociación prefrontal, límbica y parietoocipitotemporal de la corteza que sintetiza la información auditiva y somática. Desde allí la información se transporta a las cortezas parahipocampicas y perrinal, luego a la corteza etorrinal. Dese aquí la información es devuelta a las cortezas del parahipocampo y perrinal, finalmente a las áreas de asociación de la neurocorteza.

El almacenamiento a largo plazo de la memoria explicita tiene lugar en las áreas de asociación de la corteza cerebral que procesa inicialmente la información. Este conocimiento no se almacena en una región específica; este tipo de memoria se almacena de forma distribuida en la neurocorteza. El conocimiento episódico sobre el tiempo y el espacio se almacena en las zonas de asociación de los lóbulos frontales.

Cada vez que el conocimiento sobre algo es recordado, el recuerdo se construye a partir de diferentes fragmentos de información, cada uno de los cuales se almacena en lugares especializados de la memoria. Solo la recopilación de la información específica sobre un tema almacenado en diferentes áreas de la memoria puede evocar un recuerdo.

Cada zona específica de la memoria cuenta con información que por los diques personales se ven reprimidas dentro de las huellas de memoria.

El conjunto de esa información reprimida en cada zona de la memoria y de cada huella de memoria nos da como resultado el inconsciente o por lo menos parte de su contenido. Al igual que el conocimiento semántico lo inconsciente no se almacena en una región específica del cerebro; si bien cabe mencionar, lo inconsciente no se encuentra localizado en un lugar específico de la memoria; si no, es el conjunto de todos esos procesos mentales, de pensamiento, deseos  e ideales reprimidos o no conscientes almacenados o que se ejecutan en diferentes regiones específicas de todo el cerebro. Es necesario un logaritmo informático que permita describir los patrones de estos procesos que se desarrollan en milésimas de segundo.

Freud en sus escritos de metapsicología planteo la existencia de diversos tipos de inconsciente. No todo lo inconsciente funciona de acuerdo a las reglas que había establecido, ya que hay un inconsciente que contiene ideas abstractas y verbalizables, pero de las que también nos defendemos mediante la represión. Existe un inconsciente para el que hay que aportar símbolos, ya que la persona nunca ha tenido una representación verbalizada de determinadas emociones, es decir, las emociones inundan, pero no hay representación mental ideativa del fenómeno. Y existe el inconsciente con características propias de funcionamiento, en el que se da la contradicción, desplazamiento de la valoración afectiva, condensación etc. 

Esta multiplicidad con la que el psicoanalista trabaja tiene correlación en la nueva concepción que desde el campo de la psicología cognitiva y la neurociencia se ha desarrollado sobre la memoria. La memoria se concebía antes como una estructura homogénea, pero hoy se ve como una multiplicidad de sistemas, cada uno caracterizado por diferentes modos de procesamiento y que además dependen de diferentes estructuras cerebrales.

La base de la terapia analítica clásica “hacer  consciente lo inconsciente” tiene un valor terapéutico importante. Esto se explica neurológicamente; hacer consciente lo inconsciente significa reforzar las vías sinápticas entre la corteza y el núcleo amigdalino (base de la memoria emocional), de manera que el conocimiento de lo que nos afecta y nuestras reacciones abran las posibilidades de regular el proceso emocional y así su desencadenamiento de emociones negativas, si bien no se eliminen por completo, pero si se reduzcan en cantidad y tiempo.

Le Doux propone la doble vía neurológica de procesamiento en el cerebro, una emocional, a través de la amígdala cerebral (más rápida) y otra ideátiva. Con este descubrimiento el obstáculo que se oponía a la represión ya está superado; ¿Cómo es que uno puede defenderse de algo que no ha percibido? La percepción emocional es previa a la ideátiva, y no implica toma de consciencia de la misma.

El sistema inconsciente del psicoanálisis se explicaba por la necesidad de mantener fuera de la consciencia contenidos mentales indeseables para el sujeto. Hoy lo que se ve es que el psiquismo es el modelo de funcionamiento propio de una gran parte de nuestra mente, sean sus contenidos reprimidos, o no lo sean.

Este hecho es el que ahora necesita el psicoanálisis  asimilar, no para abandonar su marco de explicación básico, pues este ha resultado extraordinariamente fructífero, pero si para conocer los límites de ese margen explicativo (Westen 1999).

Con todo lo anterior es imposible negar la existencia de lo inconsciente en nuestra mente ya que la gran parte de nuestro cerebro trabaja en ese estado de inconsciencia.

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