La memoria y el inconsciente
Por: Hugo Santacruz
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a vida sin memoria no
es vida. El resto de las funciones no tendría sentido si el cerebro perdiera la
capacidad de recuperar y recordar experiencias previas.
La memoria es una de
las funciones superiores fundamentales que nos permite adaptar al medio y
escribir nuestra historia como seres únicos. Es un proceso complejo que aun todavía desafía a investigadores.
La memoria es el
proceso por el cual el conocimiento es codificado, almacenado, consolidado y
posteriormente codificado. Como ya sabemos toda la
información significativa es almacenada en la memoria a largo plazo, por lo
tanto los recuerdos o la información reprimida tiene que estar almacenada en
este lugar. Esto no quiere decir que esta sea el origen del inconsciente.
El cerebro es un solo
órgano que posee la capacidad de trabajar en subdivisiones especificas pero todas ellas son interdependientes unas
de otras pues varias zonas suelen procesar la misma información recibida para
poder dar una interpretación concreta y
adecuada para nuestra realidad y después pueda ser almacenada.
La sinapsis constituye
el sitio físico que sirve de puente para el paso de la información de una
neurona a otra, permitiendo que las diferentes del cerebro interactúen
funcionalmente.
La corteza
inferotemporal identifica y clasifica en categorías los objetos, para mandar
esta información a otras regiones del cerebro.
En la visión a nivel
cerebral, las neuronas procesan la información que atraviesa la retina a través
de una serie de capaz jerárquica, posteriormente, estas enviaran la información
al siguiente nivel de células cerebrales que identificaran otras
características específicas y suministrarla la imagen a la siguiente capa de
neuronas, que finalmente añadirán detalles adicionales.
De esta forma la
información en cuestión viaja a través de
una escala neuronal hasta que queda completamente formada.
De igual manera toda la
información recibida sigue el mismo proceso pero por distintas rutas en el
cerebro según por los sentidos que estas sean recibidas.
Las transmisiones de la
información, de todos los resultados y reacciones desencadenadas se producen por sustancias
denominadas neurotransmisoras y el alcance de dicha reacción puede afectar
directamente a otras neuronas pertenecientes a la misma región, afectar otra
región de proceso ajena a la inicial y/o afectar todo el sistema nervioso.
Cada neurona pertenece
a una región metabólica encargada de compensar la deficiencia o exceso de carga
en otras neuronas.
Se puede decir que un
proceso se ha completado cuando la región afectada deja de ser activa, cuando
la actividad de una región activa a otra diferente, se puede decir que entre
ambas regiones ha habido un intercambio biomolecular.
Fisiológicamente, los
recuerdos se producen por variaciones de la sensibilidad de transmisión
sináptica de una neurona a la siguiente, estas a su vez vías nuevas o
facilitadas de trasmisión de señales por los circuitos neuronales del cerebro;
estas vías nuevas son llamadas huellas de memoria. Son importantes porque una vez
establecidas, la mente puede activarlas para reproducir los recuerdos. El
cerebro tiene la capacidad de facilitar y almacenar las huellas de memoria con
mayor importancia por sensaciones de dolor o placer. A esto se le conoce como
memoria positiva; que es la facilitación o sensibilización de las vías
sinápticas.
Un ejemplo de las huellas de memoria se da
cuando un recuerdo es evocado con las condiciones de los estímulos bajo los
cuales se produjo el aprendizaje. Este tipo de huellas se almacenan en la
memoria implícita, que se asocia con habilidades motoras del cuerpo y es
inconsciente.
El conocimiento
almacenado se adquiere primero atraves de las áreas de asociación prefrontal,
límbica y parietoocipitotemporal de la corteza que sintetiza la información
auditiva y somática. Desde allí la información se transporta a las cortezas
parahipocampicas y perrinal, luego a la corteza etorrinal. Dese aquí la información
es devuelta a las cortezas del parahipocampo y perrinal, finalmente a las áreas
de asociación de la neurocorteza.
El almacenamiento a
largo plazo de la memoria explicita tiene lugar en las áreas de asociación de
la corteza cerebral que procesa inicialmente la información. Este conocimiento
no se almacena en una región específica; este tipo de memoria se almacena de
forma distribuida en la neurocorteza. El conocimiento episódico sobre el tiempo
y el espacio se almacena en las zonas de asociación de los lóbulos frontales.
Cada vez que el
conocimiento sobre algo es recordado, el recuerdo se construye a partir de
diferentes fragmentos de información, cada uno de los cuales se almacena en
lugares especializados de la memoria. Solo la recopilación de la información
específica sobre un tema almacenado en diferentes áreas de la memoria puede
evocar un recuerdo.
Cada zona específica de
la memoria cuenta con información que por los diques personales se ven
reprimidas dentro de las huellas de memoria.
El conjunto de esa información
reprimida en cada zona de la memoria y de cada huella de memoria nos da como
resultado el inconsciente o por lo menos parte de su contenido. Al igual que el
conocimiento semántico lo inconsciente no se almacena en una región específica
del cerebro; si bien cabe mencionar, lo inconsciente no se encuentra localizado
en un lugar específico de la memoria; si no, es el conjunto de todos esos
procesos mentales, de pensamiento, deseos
e ideales reprimidos o no conscientes almacenados o que se ejecutan en
diferentes regiones específicas de todo el cerebro. Es necesario un logaritmo
informático que permita describir los patrones de estos procesos que se
desarrollan en milésimas de segundo.
Freud en sus escritos
de metapsicología planteo la existencia de diversos tipos de inconsciente. No
todo lo inconsciente funciona de acuerdo a las reglas que había establecido, ya
que hay un inconsciente que contiene ideas abstractas y verbalizables, pero de
las que también nos defendemos mediante la represión. Existe un inconsciente
para el que hay que aportar símbolos, ya que la persona nunca ha tenido una
representación verbalizada de determinadas emociones, es decir, las emociones
inundan, pero no hay representación mental ideativa del fenómeno. Y existe el
inconsciente con características propias de funcionamiento, en el que se da la
contradicción, desplazamiento de la valoración afectiva, condensación etc.
Esta multiplicidad con
la que el psicoanalista trabaja tiene correlación en la nueva concepción que
desde el campo de la psicología cognitiva y la neurociencia se ha desarrollado
sobre la memoria. La memoria se concebía antes como una estructura homogénea,
pero hoy se ve como una multiplicidad de sistemas, cada uno caracterizado por
diferentes modos de procesamiento y que además dependen de diferentes
estructuras cerebrales.
La base de la terapia
analítica clásica “hacer consciente lo
inconsciente” tiene un valor terapéutico importante. Esto se explica
neurológicamente; hacer consciente lo inconsciente significa reforzar las vías
sinápticas entre la corteza y el núcleo amigdalino (base de la memoria
emocional), de manera que el conocimiento de lo que nos afecta y nuestras
reacciones abran las posibilidades de regular el proceso emocional y así su
desencadenamiento de emociones negativas, si bien no se eliminen por completo,
pero si se reduzcan en cantidad y tiempo.
Le Doux propone la
doble vía neurológica de procesamiento en el cerebro, una emocional, a través
de la amígdala cerebral (más rápida) y otra ideátiva. Con este descubrimiento
el obstáculo que se oponía a la represión ya está superado; ¿Cómo es que uno
puede defenderse de algo que no ha percibido? La percepción emocional es previa
a la ideátiva, y no implica toma de consciencia de la misma.
El sistema inconsciente
del psicoanálisis se explicaba por la necesidad de mantener fuera de la
consciencia contenidos mentales indeseables para el sujeto. Hoy lo que se ve es
que el psiquismo es el modelo de funcionamiento propio de una gran parte de
nuestra mente, sean sus contenidos reprimidos, o no lo sean.
Este hecho es el que
ahora necesita el psicoanálisis
asimilar, no para abandonar su marco de explicación básico, pues este ha
resultado extraordinariamente fructífero, pero si para conocer los límites de
ese margen explicativo (Westen 1999).
Con todo lo anterior es
imposible negar la existencia de lo inconsciente en nuestra mente ya que la
gran parte de nuestro cerebro trabaja en ese estado de inconsciencia.
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